Con la intención de desmitificar la idea de que los derechos humanos pertenecen al pasado y la memoria es algo que debería quedar en el olvido, surge el ciclo denominado “Los derechos humanos son ahora” en un intento por recuperar testimonios, crónicas o entrevistas que indaguen su importancia y vigencia en la realidad actual.
En la siguiente entrevista conversamos con Martín Malamud, docente titular en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), dibujante y director general de Huella Digital, “un equipo multidisciplinario cuyo objetivo es el diseño y la realización de documentales interactivos significativos desde un punto de vista histórico-social”. Con éste último, el grupo de trabajo se interesó en la reconstrucción virtual de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio (CCDTyE) que funcionaron en la Ciudad de Buenos Aires durante la última dictadura cívico-militar. Los detalles del proyecto y la importancia de la lucha por los derechos humanos de ayer y hoy, en la siguiente nota.
— ¿Cómo surgió este interés por los derechos humanos, sobre todo poniendo foco en la importancia de recuperar estos espacios de memoria?
— Soy de una generación que vivió los años ’70 y, en mi caso, los viví con intensidad y los sufrí, en lo personal y con gente muy allegada. Es obvio el motivo que me mueve, siempre seguí interesado por el tema de derechos humanos y, en términos generales, por el tema político en Argentina y el mundo. Por otro lado, Alejandro Goldschtein y Diego Cagide, los otros dos coordinadores del proyecto, son mucho más jóvenes, pero para ambos el tema de la última dictadura militar fue muy significativo en lo familiar o en algún otro aspecto personal, no es casual su alto compromiso con esto.
— ¿Cómo nació la idea de realizar el proyecto de reconstrucción virtual de centros clandestinos de detención, tortura y exterminio (CCDTyE) con Huella Digital?
— El proyecto surge a partir de la consulta de un amigo que trabajaba en la Secretaría de Derechos Humanos debido a que habían realizado una animación del Ex (CCDTyE) Club Atlético que había quedado inconclusa y me consultó por si había alguna forma de finalizarlo. Al verlo, me impactó muchísimo, nunca había visto una animación de un centro clandestino, es decir, es un tema que conozco bastante bien pero el hecho de ver la animación me impactó mucho y por eso le dije que estaba dispuesto a seguirlo. Armé un proyecto de investigación en el marco de la materia de animación en la que soy docente de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la UBA, convoqué a ex alumnos, chicos que estaban trabajando en audiovisuales, en animación y así se creó un grupo grande. Para arrancar, queríamos interactuar con alguna institución de derechos humanos, tener un socio institucional para poder entrar formalmente a los centros, convocar a los sobrevivientes, poder ir y presentarnos de esa forma. En ese camino llegamos al Instituto Espacio para la Memoria (IEM) que estaba dirigido por Ana María Careaga, sobreviviente del Ex Club Atlético. Ella se entusiasmó con el proyecto y nos propuso empezar con la Ex (CCDTyE) Esma porque en ese momento era bastante inminente el juicio por su megacausa y podía ser interesante presentarlo allí. Así empezamos con todo el proyecto hace ya siete años. Como te imaginás, fue todo muy a pulmón, sin ninguna financiación –el IEM igualmente financió una parte del proyecto–, tuvimos que ir tomando decisiones sobre la marcha y surgían problemáticas sobre cómo representar, sumado al tema del contacto con los sobrevivientes, la tecnología, la documentación y otro montón de cosas que empezamos a considerar. Después de muchas idas y vueltas, llegamos a una primera reconstrucción interactiva del casino de oficiales –escenario central de la detención y tortura– de la Ex Esma.
Hubo cierta reticencia de los defensores de los “milicos” para utilizarlos como soporte visual, a pesar de no ser una prueba en sí misma, es algo muy contundente para los jueces.
— ¿Cómo fue el proceso y la experiencia de presentar el material como soporte audiovisual en los juicios por los delitos de lesa humanidad en la última dictadura militar?
— Lo presentamos durante los testimonios de Ana María Careaga, justamente en la megacausa Esma II y III. Obviamente una reconstrucción virtual no tiene fuerza de prueba, pero funcionó como un soporte visual durante su relato. Hubo cierta reticencia de los defensores de los “milicos”, porque, a pesar de no ser una prueba en sí misma, es algo muy contundente para los jueces. Por suerte siempre lo pudimos mostrar aunque fueran momentos de tanta tensión, como todas las instancias del juicio en las que se corta el aire con cuchillo. También lo presentamos en el alegato final del abogado Luis Zamora, donde realizó una introducción descriptiva de lo que fue el casino y de las distintas funcionalidades, usando como material complementario la primera versión del proyecto.
— Luego de esa primer versión, ¿cómo siguieron?
— Nos dimos cuenta de la gran utilidad que poseía el material, pero también de algunas de sus limitaciones que nos parecía que valía la pena corregir. Una de ellas era que la primera versión era extremadamente pesada y no se podía subir online. La otra limitación desde el punto de vista del contenido es que no aparecían los testimonios, los habíamos registrado para hacer el trabajo, pero en primera instancia no aparecía explícitamente la voz de los sobrevivientes. Además, nos pareció que estaba bueno agregar material de época, de tele, radio, gráfica, que era algo que habíamos documentado, para orientar más el proyecto. Aunque, en un primer momento, el proyecto surgió exclusivamente para los juicios, debido al potencial que tenía se tornó a un proyecto educativo, lo cual nos permitió ampliar el sentido y el objetivo que podía tener en un principio. Entonces, hicimos una segunda versión de Ex Esma que se presentó online en la semana del 24 de marzo del 2013. A partir de ahí, seguimos trabajando con la misma metodología, muchas entrevistas, recorridos por los lugares, documentaciones, ir construyendo interactivamente, chequear con los sobrevivientes y acercarnos a una representación razonable de los centros. La semana del 24 de marzo del 2014 pusimos online el recorrido virtual del Ex Club Atlético, y la idea era seguir con los otros centros clandestinos de la Ciudad de Buenos Aires.
— En ese momento, el IEM se disolvió. ¿Cambió el proceso de trabajo que venían realizando?
— Claro, eso fue una circunstancia de complicación, por razones que nada tienen que ver con nosotros. Hay –siempre los hubo– grandes conflictos y situaciones entre los distintos organismos de derechos humanos. Quedamos pegados al IEM un poco por casualidad, cosa que en su momento estuvo bueno y después se volvió complicado. Después de eso, seguimos solos, sin una contraparte institucional muy clara, con lo que el trabajo se realentó un poco. Pero aun así en este momento tenemos bastante avanzada una reconstrucción virtual del Ex (CCDTyE) Automotores Orletti, aunque éste tiene una dificultad adicional porque la mayor parte de los sobrevivientes vive en Uruguay, así que tuvimos ir allá para hacer las entrevistas. Igualmente tenemos toda la intención de terminar el proyecto y seguir adelante.
En los setenta hubo una intención de cambio muy profunda y la represión fue una respuesta a ese gran propósito, una represión proporcionalmente bestial a lo profundo que fue esa intención de cambio.
— Pensando en el trabajo que realizan y los motivos que los mueven a realizarlo, ¿por qué nos interpela en el presente seguir luchando por los derechos humanos?
— Vivimos en Argentina y el mundo en una sociedad capitalista, y el cambio desde este tipo de sistema es muy difícil. Mi conclusión es que en los setenta hubo una intención de cambio muy profunda y la represión fue una respuesta a ese gran propósito, una represión proporcionalmente bestial a lo profundo que fue esa intención de cambio. Entonces, eso es obvio que nos interpela en el presente porque es bueno saber de qué estamos hablando. El cambio es muy difícil en el capitalismo, las fuerzas del sistema son muy bestiales en ese sentido y quizás en algunos momentos no se muestran, pero si hace falta, se revelan. Entonces, esa es una forma en la cual nos interpela esta lucha en el hoy. Por otra parte, a veces el tema de los derechos humanos es puesto en una etiqueta como algo del pasado, pero me parece que es una forma cómoda de posicionarse. Un cambio profundo pasa, entre otras cosas, por la defensa irrestricta y amplia de los derechos humanos. El Estado obviamente hoy no tiene una organización explícita de desaparición y tortura como durante el golpe militar, pero aun así pasan cosas terribles, nada más hace falta ir a las cárceles o a los talleres clandestinos. Está lleno de situaciones terribles, algunas responsabilidad del Estado, otras de otros actores, pero todas esas cosas tienen que ver con los derechos humanos, igual que los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. De hecho, en algún momento pensamos una reconstrucción de cárceles, porque nos parece que la posibilidad de conocer espacios que están vedados al acceso público y ver qué es lo que pasa allí en verdad es una forma de tomar conciencia de cosas que están mucho más cercanas en el tiempo, que están pasando ahora.
La posibilidad de conocer espacios que están vedados al acceso público y ver qué es lo que pasa allí en verdad es una forma de tomar conciencia de cosas que están mucho más cercanas en el tiempo, que están pasando ahora.
— Durante el proceso de recopilación de testimonios, conocieron distintas historias, las grabaron, las editaron, ¿cómo se sintieron al vivir esas experiencias?
— Creo que la palabra sintética de todo eso es que fue muy intenso. Muy humano también, y muy duro muchas veces. Hay un agradecimiento por parte de los sobrevivientes por escuchar su voz, poder hacerla pública y conservarla. También son charlas en las que la gente se abre mucho y cuenta cosas que por lo general no cuenta todos los días y casi siempre el final de los testimonios es muy emotivo. Una vez hicimos dos testimonios en el mismo día, uno a la mañana y otro a la tarde, terminamos todos agotados, pero era un agotamiento emotivo. En Uruguay fue peor porque fuimos una semana e hicimos como doce testimonios, hubo días en que era terrible. Pero es algo muy emocionante, muy intenso.
Nos gustaría que se disparen preguntas, hicimos un esfuerzo en tratar de lograr eso. Me parece que es muy pertinente la pregunta de «¿por qué?».
— ¿Qué intentan generar o reflexionar en la persona que vea los recorridos virtuales de los centros clandestinos?
— Nos gustaría que se disparen preguntas, hicimos un esfuerzo en tratar de lograr eso. Me parece que es muy pertinente la pregunta de «¿por qué?», es decir, que no quede en «¡Qué barbaridad!» y que de alguna manera se intente buscar la respuesta a la pregunta de por qué. Uno puede charlarlo y discutirlo, pero está claro que no es que un grupo de gente se psicotizó, se volvió sádica de repente o tenía unas horas de sadismo por día e hicieron barbaridades. No, había todo un plan por detrás. Entonces, si uno va viendo todo eso, respondiéndoselo y analizando qué cosas del presente son análogas, podemos encontrar donde puede estar el huevo de la serpiente. Hoy por hoy, estamos rodeados de situaciones así, no son cosas que quedaron en el pasado. Entonces, saber lo que pasó, aunque nunca la historia se repite exactamente, es una buena forma de estar más prevenido y ser más conscientes.