Lugares oscuros: rompecabezas de un crimen en clave temporal

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Si se pretende describir el último film de Gilles Paquet-Brenner –Lugares oscuros– puede definírselo, en principio, como un thriller que apuesta a una ruptura radical de la secuencialidad (fenómeno extensamente difundido en las nuevas formas de comunicación y producto de los procesos conocidos como hipermediaciones). Se trata de una producción íntegramente construida bajo la lógica del flashback, con una fragmentación temporal marcada y saltos permanentes sobre una trama argumental compleja, que exigirá toda la atención del espectador. Y es que en pleno siglo XXI, la linealidad parece haber caducado y hoy yace cubierta de polvo y telarañas. Con el boom de las nuevas tecnologías y la dinámica propia de las interfaces digitales, los relatos ya no tienen un principio, un nudo y un desenlace, tal como nos lo enseñaban en primer grado. Hoy los relatos son cada vez más eclécticos, difusos, fragmentados, dinámicos, vertiginosos. Habrá que ver si se trata de un recurso narrativo valioso en términos artísticos y audiovisuales, o bien de un mero artificio decorativo. Todo depende del cómo. Otro fenómeno a tener en cuenta como rasgo característico en las producciones audiovisuales contemporáneas: el auge de la transposición, es decir, una misma obra que atraviesa múltiples soportes o lenguajes (novelas que se convierten en films, videojuegos que devienen historietas, películas que se transforman en programas de TV). En este caso, Lugares oscuros es una adaptación de la novela homónima de Gillian Flynn, best-seller del New York Times del 2009, favorita de los críticos del New Yorker, Mejor Libro del 2009 según Publishers Weekly y Elección Favorita en Ficción del Chicago Tribune. Con todos estos laureles en el ámbito de la literatura, suelen generarse altas expectativas frente a la gran pantalla. Ustedes dirán si las cumple o no.

El núcleo del relato es un asesinato ocurrido durante la década del ‘80 en Kinnakee (un pueblo ficcional situado en Kansas): la tragedia de la familia Day. La madre y dos de sus cuatro hijos son asesinados cruelmente una noche en su propia casa; sólo sobreviven el hijo mayo (Ben) y la hija menor (Libby). La niña tiene siete años y casi no puede recordar nada de lo ocurrido aquella noche, pero frente a las presiones de los medios de comunicación que por aquel entonces estaban obsesionados con los extraños casos de adolescentes satánicos, la pequeña declara a su propio hermano Ben culpable por los crímenes de sus hermanas y su madre. Libby escapa de la granja y logra salvarse; a partir de allí, su vida se sostiene gracias a las contribuciones de las almas caritativas que se han visto conmovidas por su caso. Pero veinticinco años después, la mayoría de esas personas ya se ha olvidado de ella y ha encontrado en el camino nuevos fetiches de la tragedia. Así, una Libby Day madura pero aún traumada por su pasado (Charlize Theron), decide salir de su letargo en busca de dinero. En el camino es contactada por Lyle (Nicholas Hoult), miembro de una especie de logia conformada por personas obsesionadas con los casos criminales más famosos que han tenido una dudosa resolución. La víctima es invitada a charlar con los extraños socios del “Kill Club” para proporcionarles detalles acerca de los recuerdos difusos de esa noche. En este punto, la protagonista visita los rincones más oscuros de su memoria y pone en entredicho su propio testimonio de infancia. Libby restablece el contacto con su hermano preso (aunque con todas las reservas), y se propone desentrañar el misterio rastreando a todos y cada uno de los involucrados. A partir de aquí, el relato va y viene continuamente del pasado hacia el presente, en un discurrir fragmentado que tiene por objeto entregarle al espectador las piezas de un rompecabezas por armar.

La estructura del film se sostiene muy bien a pesar de los saltos temporales recurrentes; el escenario está adecuadamente representado: la hostilidad de la pobreza en los ambientes rurales propios del sur de los Estados Unidos nos da un pantallazo no sólo del contexto socio-histórico, sino también del clima emotivo en el que la familia Day está inmersa al inicio del relato. Las actuaciones, en líneas generales, están muy logradas y resultan convincentes. El elenco se distingue por un desempeño parejo, homogéneo. A Theron la vemos en un papel no muy usual, y sale airosa porque su representación es natural, sin subrayados ni exaltaciones innecesarias. Después de unos cuantos años, nos volvemos a encontrar con aquel niño llamado Marcus, que interactuaba magistralmente junto a Hugh Grant en About a boy (2002). Un Nicholas Hoult ya crecido, aquí en el papel de Lyle,  hace un muy buen trabajo con su personaje. Además, se destaca Christina Hendricks en el rol de la madre y Chloë Grace Moretz como la jovencita diabólica, muy bien en términos generales, aunque por momentos se deja llevar por el impulso y parece olvidar las desventuras de la gran pantalla con una gestualidad un tanto exacerbada y sobreactuada (es lo que ocurre más de una vez con aquellos actores que se saben –y son– buenos). Pese a todos estos condimentos, no puede decirse que el producto final se corresponda exactamente con el cariz de sus partes integrantes. Se trata de un relato logrado tan sólo por momentos, que tiende a estancarse pese al ritmo narrativo acelerado que le imprimen los flashbacks recurrentes y, a los efectos de la historia, necesarios.

Aún así, el espectador se entretendrá con una trama bien construida y anhelará saber más acerca de este misterioso caso; querrá saber qué ocurrió realmente aquella noche, quién fue el verdadero culpable, quiénes fueron las verdaderas víctimas, qué papel cumplieron los implicados, cómo se resolverá todo eso en el presente y qué tipo de repercusiones tendrá en la vida de los protagonistas. Pero tendrá que atenerse a los tiempos propuestos en el mismo relato, y estará atado al punto de vista (bastante difuso, por cierto) de la protagonista. Los fans del género pueden apostar unas fichas a esta película. No decepciona, pero tampoco sorprende.

FICHA TÉCNICA

Título original: Dark places

País: Estados Unidos

Año: 2015

Director: Gilles Paquet-Brenner

Autores: Gillian Flyn (novela) – Gilles Paquet-Brenner (guión)

Elenco: Charlize Theron, Nicholas Hoult, Chloë Grace Moretz, Christina Hendricks, Corey Stoll.

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