Tratar de ubicar a Palta dentro de un solo género musical sería caer en reduccionismos. Esta banda sale a escena con un repertorio popular de varias épocas con intervención de instrumentos de tradición folklórica y atraviesan los escenarios haciéndolos palpitar y llenándolos de vida. El grupo crea su estilo propio al ritmo que escribe su historia.
Tanto en sus canciones como en los aportes particulares con los que dotan a sus reversiones se pueden percibir los ecos de las épocas que las atravesaron y las conformaron, sus influencias musicales y estéticas, y todas sus melodías dejan un “algo más” en el público que necesariamente vuelve a ellas. A tan solo unos días de su presentación en el Festicultural Elepepé, las chicas de Palta nos cuentan un poco del recorrido y de la historia que las mueve de escenario en escenario.
Palta son: Kali Drunday (guitarra, mandolina, acordeón y charango), Vero Sforza (bajo y Ubass), Nico Galván (Percusión), Ale Cabrera (Bandoneón y Acordeón), Marina Domínguez (Arpa) y Marisa Fernández Villalba (voz, ukelele, xilofón y accesorios)
-¿Cómo surgió PALTA?
-Andábamos con ganas de concretar un proyecto musical, juntarnos a tocar, armar un repertorio con versiones locas con una impronta propia y entre amigos. Todas teníamos diferentes instrumentos, sonidos e influencias para aportar, y empezamos a ensayar. Arrancamos haciendo canciones que nos gustaban con cajón, bombo, guitarra, charango y voz. A las dos semanas surgió la idea de tocar en una fiesta en una terraza, y terminamos de armar un repertorio a los ponchazos y salimos corriendo a comprar una consola con bafles. Sin pensarlo mucho, hubo una apuesta a perdurar.
-¿Por qué decidieron llamarse así?
-A cada persona que nos hace esta pregunta le regalamos una anécdota. Esta es la historia para La Primera Piedra: queríamos un nombre que sonara vernáculo, terrenal y con reminiscencia de otra otras décadas. Y entre varias combinaciones nos gustó “Palta Wonders”. Hicimos el primer show con ese nombre y después lo simplificamos aún más porque nos dimos cuenta de que la semilla “Palta” prendió automáticamente.
-¿Cómo deciden qué canciones incluir en el repertorio?
-Desde un principio nos propusimos explorar todo lo que pudiéramos y dejarnos llevar por todas las combinaciones que fueran apareciendo. Así, fuimos delineando un repertorio popular con intervención de instrumentos de tradición folclórica. Cada tema aparece como una especie de impulso y después con el tiempo vamos entendiendo por qué llegó y se quedó. Somos efecto de una época. Crecimos en los 90, entre la extinción del cassette y la explosión rabiosa del compact disc. Estamos atravesadas por miles de músicas de todas las décadas y todo eso fue generando una memoria que va apareciendo y nos da elementos para construir cosas nuevas. Por eso nos resulta dificilísimo responder qué genero tocamos.
-¿Tienen ese tema que siempre, sin falta, tienen que tocar?
-Pasa algo re loco con eso. Desde la primera fecha en la terraza, al final del show nos preguntan “de quién ese tema que tocaron entre tal y tal”. Y resultó que era un tema nuestro, “Ruinas”. Es el tema que tiene fans, jajaja. Y también hay una cumbia que empezamos a tocar para una fecha en particular y ahora no la podemos dejar porque siempre la piden en el bis.
-Hay algo alegre en sus versiones… ¿qué es lo que intentan agregar de ustedes en estas canciones de épocas variadas?
-Hay algo tácito que se genera cada vez que abordamos un tema. Hay un estilo “Palta” del que no fuimos muy conscientes y que fue tomando energía propia. Nos empezamos a dar cuenta cuando nos pedían “Palta tiene que hacer una versión de este tema”. Hubo un factor que vino de afuera hacia adentro, que empezó a identificar una forma de ser y de hacer. Entonces empezamos a confiar en que simplemente nos teníamos que juntar a tocar y lo singular iba a llegar ¡Y ojo que tenemos un gran set bajón, eh!
Somos efecto de una época. Crecimos en los 90, entre la extinción del cassette y la explosión rabiosa del compact disc. Estamos atravesadas por miles de músicas de todas las décadas y todo eso fue generando una memoria que va apareciendo y nos da elementos para construir cosas nuevas. Por eso nos resulta dificilísimo responder qué genero tocamos.
-¿En qué se inspiran para la producción de sus temas propios?
-Una composición tiene la dualidad de que conlleva un proceso de creación muy íntimo, que deriva en una reproducción y una apropiación absolutamente abiertas. Hay un sentir que en determinado momento te invade y necesita expresarse, y va a parar a una canción. Esas sensibilidades pueden venir de cualquier lado, de un espacio, de un color, de una añoranza…
-Esta es una pregunta que suelo hacer por curiosidad muy mía… ¿Tienen alguna “rutina especial” o “ritual” a la hora de componer o grabar?
-En general alguna de nosotras esboza algunas líneas melódicas y terminamos de darle identidad juntas. Cuando algo que creamos nos gusta, nos la jugamos y mandamos un audio por Whatsapp; y por más que una venga con letra y acordes, la canción se termina de armar y desarmar en vivo, en un ensayo. Siempre dejamos espacio para el trance creativo en cada encuentro, para que la mecánica de pulir y ensamblar arreglos no se coma a la imaginación.
-Si tuvieran que definirse en una canción, ¿cuál sería?
-¡Qué difícil! Todas nuestras canciones tienen algo nuestro. Un tema propio como “Ruinas” es nuestra célula, tiene nuestras palabras y melancolías, pero nos llega tanto como cualquiera de las versiones que tocamos y que forma parte de nuestro atlas musical desde hace más de 20 años.
-¿Qué expectativas tienen del Festicultural Elepepé?
-Tenemos una intensidad particular, porque vamos a estrenar canciones y versiones nuevas. Los últimos meses trabajamos en arreglar y desarreglar viejas canciones de nuestro repertorio, y en sumar nuevas canciones, ritmos e instrumentos para nuestro primer EP.