Hace unos días se presentó el tráiler promocional de Abzurdah, la película basada en el libro autobiográfico de Cielo Latini, una joven que, inmersa en una adolescencia tormentosa, luchó contra la anorexia y la bulimia. Allá por el 2006, cientos de chicas se sintieron atraídas por ese sacapuntas ensagrentado que desde la portada ilustra con crudeza una historia que originó controversias y que se convirtió en un best seller en Argentina y otros países latinoamericanos. El film, protagonizado por Eugenia “ la China” Suárez y Esteban Lamothe, reinstaló una problemática siempre presente que aqueja a miles de mujeres e incluso varones: los trastornos alimenticios, resultado de un ideal de belleza que hace del peso un tabú y de la balanza una obsesión.
Las críticas ante la adaptación del best seller a la pantalla grande no se hicieron esperar: ¿es Abzurdah en realidad un peligro que aviva el monstruo de una enfermedad indiscutiblemente social? Numerosas páginas de Internet conciben la historia como la glorificación de un mensaje apologético que en la película sólo logrará enfatizar la estetización de la anorexia y la bulimia. Y sin embargo, la contrapartida que a veces puede surgir como reacción a la fama eventual de determinadas producciones olvida que el problema principal está demasiado arraigado en la sociedad como para ser realmente percibido.
“Haz lo que te digo, no lo que yo hago”
La China Suárez tuvo que bajar seis kilos para encarnar su papel. En la web no tardaron en circular fotos de la actriz notablemente delgada y titulares que para ponerse a tono con la temática de la próxima película, hicieron sus propias apreciaciones. “Flaca y demacrada”, la llamó la promoción mediática. Los mismos portales de noticias que en otras secciones de su misma página celebran el mismo estado físico con un poco más de Photoshop, anunciaban estar preocupados por la salud de la actriz. Es destacable la incoherencia cotidiana de los medios que reproduce así de manera constante y natural un prototipo promovido por la sociedad que colisiona ocasionalmente con la necesidad de informes esporádicos y políticamente correctos que, adornados con estadísticas, advierten sobre una enfermedad en ascenso.
Los lamentos quedan sin embargo ahogados entre las fotografías, notas y campañas publicitarias que multiplican un ideal irrealizable. Todo conviviendo a un sólo clic, página o botón de distancia. Basta recorrer con la mirada suplementos periodísticos especialmente dedicados a la mujer que en una sola sección concentran titulares y mensajes antagónicos. “La imagen, una cuestión de autoestima y salud”. “Partes del cuerpo que deseamos disimular”. “Amigate con tu cuerpo, olvidate de tu talle”. “Kilitos de más, cómo optimizar tu imagen”. Y en el medio una foto de Isabelle Caro, la modelo francesa que en el 2011 murió a los 28 años con 30 kilos.
“Mujeres reales”
REAL: adj. Que tiene existencia verdadera y efectiva.
Gorda y flaca son adjetivos diametralmente opuestos. Perfectos antónimos cuya distancia semántica es mayor de la que se encuentra en los diccionarios, al punto tal de que la palabra “gorda” resulta en muchos contextos peyorativa y hasta violenta. Por eso, en un intento por ¿reivindicarse?, la industria de la moda recurre a eufemismos y sinónimos como parte de campañas publicitarias que no dejan de establecer una distinción alrededor de un ideal que continúa vigente y que gana aún más fuerza en tanto las definiciones de belleza se configuran tomando un paradigma como punto de referencia, ya sea por similitud o por oposición.
“Chicas curvy” han pasado a conformar un “star system” que desfila por las pasarelas y se presentan en revistas como ejemplos de una otredad que no debería serlo y que genera una polarización constitutiva de nuevos arquetipos que en ningún caso contribuyen a una resignificación, sino que, por el contrario, instauran nuevos modelos que de todas formas tienen un efecto discriminatorio al determinar lo normal y separarlo de lo que no lo es. La discusión se centra en modificar estándares, cuando éstos tendría que eliminarse. Las diferencias en el estado físico no implican otros niveles de existencia: las mujeres son reales más allá de su peso e instaurar prototipos talle cero o XXL no va a cambiar eso.
El estreno de Abzurdah está previsto para fines de mayo. Puede que el film trascienda o no los límites de una historia de amor convulsa, que sea la autobiografía de una adolescencia problemática y sufrida y que genere múltiples reacciones positivas y negativas, pero ninguna de las críticas debería olvidar que la estetización de los trastornos alimenticios ocurre todos los días en cada pantalla y hoja de revista y que una simple película no puede reavivar lo que ya se encuentra presente de forma implícita en los estratos más inconscientes de la sociedad.