El amor por la naturaleza y el deseo de viajar y conocer culturas y pueblos lejanos fue lo primero que unió a Markéta Cerenova y Nicolás Masuelli cuando se conocieron en Bruselas. Así fue como después de interminables charlas decidieron concretar un sueño que ambos venían planeando hacía rato: recorrer Sudámerica. En ese entonces Nicolás ya venía desarrollando bicicletas de bambú desde hacía más de cinco años y aprovechó la ocasión para construir dos prototipos especialmente diseñados para el viaje, que después se convirtieron en uno solo. En dos ruedas, la pareja recorrió países y atravesó fronteras, llevando adelante un estilo de vida distinto, en armonía con la naturaleza y el medio ambiente, buscando crear una conciencia ecológica y difundir la importancia del desarrollo sustentable.
— ¿Cómo comenzó la idea de la bambucicleta?
— Nicolás quería construir una bicicleta para viajar. El bambú lo deslumbraba por su belleza, resistencia, flexibilidad y sustentabilidad. Era el material ideal para diseñarla.
— ¿En qué consiste su viaje?
— Estamos viajando en una bicicleta doble de bambú construida por Nicolás. Empezamos en España para recorrer una parte de Europa y luego desde Berlín volamos hacia el continente americano. Allí comenzamos en San Francisco y, por la costa oeste californiana, pedaleamos hacia el sur rumbo a México, donde nos encontramos actualmente. Queremos recorrer y conocer los pueblos y su gente. No tenemos una ruta precisa, la elegimos cada día según lo que nos va sucediendo y las recomendaciones de quienes encontramos. Buscamos aprender con los demás, entender nuestras semejanzas y diferencias, y mostrar lo que hacemos al resto, nuestras convicciones. Podemos usar materiales que nos regala la Tierra para construir con nuestras manos los objetos que necesitamos, incluso un vehículo que nos lleve a horizontes lejanos.
— ¿Cuáles son los cambios y las ideas que buscan difundir?
— Inspirarse de la naturaleza, ser creativo, bajar el ritmo acelerado y el consumo innecesario, vivir la vida, sentir el presente.
— ¿Qué dificultades tuvieron que atravesar para la difusión de su proyecto?
— La bicicleta doble de bambú atrae mucho la atención y eso ayuda. Pero difundir lo que hacemos no es el objetivo principal, sino vivir este viaje como una experiencia trascendental de aprendizaje. La dificultad está en comenzar a experimentar la vida como una aventura. Salir de la rutina repetitiva y segura. Que cada día esté lleno de sorpresas que nos pongan a prueba y nos hagan crecer. Que cada momento sea único y determinante, una oportunidad para hacer algo nuevo. Son tantos los sucesos y nuestras convicciones van modificándose y construyéndose tan rápido, que se hace difícil describirlas… Apenas hay tiempo para digerirlas en la mente. En el caso del primer viaje que hicimos en bicicletas de bambú por Argentina, Bolivia y Brasil, recién tiempo después, cuando las enseñanzas decantaron y se clarificaron, las escribimos y reunimos en nuestro libro Diarios de Bambucicleta. Fue una linda sorpresa descubrir que fue elegido por una editorial española entre los diez mejores libros de viaje del año.
— ¿Descubrieron políticas medioambientales innovadoras en alguna de las regiones visitadas?
— Hay una gran cantidad de ideas e innovaciones, muchas veces tratadas superficialmente, como una moda. Mientras nuestro lema de vida sea el consumismo y el crecimiento de la economía, no hay posibilidades de un cambio real, sólo de imagen. La mayoría de las políticas se enfocan en tratar los síntomas en lugar de los motivos que los originan. Se culpa a los consumidores por tirar “basura” o por no reciclar, cuando las empresas siguen produciendo envases y productos descartables que deben ser desechados después del primer uso. En la naturaleza no hay desechos, todo abastece a un ciclo siguiente y es en eso en lo que deberíamos inspirarnos.
Mientras nuestro lema de vida sea el consumismo y el crecimiento de la economía, no hay posibilidades de un cambio real, sólo de imagen. La mayoría de las políticas se enfocan en tratar los síntomas en lugar de los motivos que los originan.
— ¿Qué desafíos consideran que hay que superar para lograr desarrollar una conciencia ecológica?
— Respetar todo lo que nos rodea, hasta la piedrita más pequeña o una florcita. Dejar de lado la obsesión por el dinero y por hacer crecer la economía, lo que significa despilfarrar energía. Todo proceso en la naturaleza se caracteriza por ser eficiente para minimizar el gasto de recursos. Algo importante es ampliar nuestra manera de percibir el entorno, no sólo de forma lógica y científica, sino también en la profundidad espiritual relacionada con los sentimientos y el arte.
— ¿Cuál es la experiencia más curiosa o destacable de todo este tiempo en el que han estado viajando?
— Muy difícil escoger una, todos los días nos pasa algo distinto y nada sale exactamente como lo planeado. El primer día de viaje cuando empezamos en Madrid, estábamos tan pesados y cargados de equipaje con todo lo que creíamos útil e indispensable, que apenas empezamos a pedalear nos caímos al suelo. Tuvimos que aprender a ir más livianos, a simplificar, a confiar en que el camino y su gente nos ayudarían… Y eso es quizás lo más sorprendente, la generosidad de las personas, y cómo siempre en los momentos de mayores dificultades aparece una mano amigable que nos salva.
— ¿Qué cosas se vieron obligados a modificar o ajustar en función de las experiencias atravesadas?
— Aprendemos cada día a ser flexibles y no atarnos demasiado al plan, porque la realidad siempre es más rica y diferente de lo esperado. Nos sucedió por ejemplo en el caso del equipaje que mencionamos antes. Dejamos muchas pertenencias en el camino, incluso un tráiler de bambú que nos acompañó por toda Europa. Con él podíamos cargar más cosas y era muy bonito, pero nos hacía pesados, largos y más torpes para andar. Queremos ser más ágiles, por eso en EE.UU le instalamos un motor eléctrico a la rueda delantera que nos ayuda en las subidas y nos da doble tracción para andar en el barro y la arena.
— ¿Qué es lo que han aprendido durante el camino? ¿Qué descubrieron de ustedes mismos?
— Que la realidad como tal no existe, sino que está sujeta a tu interpretación de ella y que lo más importante es tu actitud frente las cosas que te están pasando. Escoger una cosa que descubrimos de nosotros es difícil, porque son tantas que viajar es un descubrimiento continuo. Lo que sí afirmamos es que las grandes ciudades, el tráfico, el smog nos pone mucho más nerviosos, ansiosos, alejados. Cada vez que entramos en una ciudad grande nos prometemos que no vamos a pasar más que un par de días, pero después uno se empieza acostumbrar a la jungla urbana y ya no es tan difícil. Por otro lado, nos encanta cómo nos hace sentir el mar y lo lindo que es viajar en barco, con su libertad y las vistas sobre el agua que llegan hasta el horizonte. Quién sabe, en el futuro nos gustaría encontrar la justa combinación del barco y bici. También descubrimos mucho de nosotros como pareja. Nos volvimos más sensibles a las necesidades del otro, más comprensivos. Es muy importante que en todo lo que hacemos estemos los dos de acuerdo, porque de lo contrario no es posible disfrutar.
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