Miguel Aza y Julia Silva son mucho más que dos creativos publicitarios. Son dos convencidos de que se puede vivir distinto. La crisis económica en España los obligó a buscar alternativas laborales que los llevaron a recorrer otros continentes, trazar nuevas rutas y alejarse de los caminos convencionales que generalmente estamos acostumbrados a seguir. Así fue como crearon Out the Studio, un “estudio nómada de diseño y comunicación”, proyecto gracias al cual se embarcaron en una aventura alrededor del mundo con una mochila al hombro y muy poco dinero en sus bolsillos. De este modo, ofrecen servicios de publicidad y comunicaciones a cambio de alojamiento, comida y una oportunidad para sumergirse en nuevas culturas. Después de dos años en constante movimiento, durante los cuales atravesaron alrededor de catorce países en América y Asia, comparten su experiencia.
— ¿Cómo surgió el proyecto? ¿Qué fue lo que los impulsó a viajar en primer lugar?
— Siempre nos ha encantado conocer otras culturas, alimentarnos de nuevas imágenes y experiencias. Hasta el momento, sólo habíamos podido realizar viajes de corta duración durante las vacaciones, pero buscábamos algo más. Por otra parte, queríamos aprovechar esta experiencia tanto personal como profesionalmente. Esto, junto con el objetivo de alargar esta vivencia lo máximo posible, hicieron que nuestras habilidades como creativos y el sistema del trueque crearan la simbiosis perfecta. De la misma forma, Out The Studio fue una respuesta a la situación económica y política que se vive en España, así como en tantos otros países del mundo. Considerando que la calidad de vida y las posibilidades de tener un futuro digno han disminuido, nos sentimos forzados a crear una nueva forma de vivir y trabajar.
—¿Cuál fue su primer destino y por qué?
Nuestro primer destino fue Cuba. Sabíamos que sería un país complicado ya que los cubanos tienen prohibido hablar con los extranjeros, excepto con aquellos que trabajan para el sector de turismo. Este país era la prueba de fuego. Si el trueque funcionaba allí, ¿por qué no iba a funcionar en el resto del mundo?
— ¿Cómo lograron combinar el viaje con el trabajo?
— En ocasiones fue complicado, ya que el viaje implica un trabajo al mismo tiempo. De todas formas, en una travesía tan larga, el cuerpo y la mente requieren de un descanso cada cierto tiempo. Out The Studio nos permitió también parar, asentarnos en lugares tranquilos y reponer fuerzas.
— ¿Qué cambios generó para ustedes que el viaje y el trueque se convirtieran en su estilo de vida?
— Para empezar, matamos la monotonía y la rutina que arrastrábamos. Gracias al viaje, cada día era una aventura. Cada mañana nos levantábamos preguntándonos «¿Qué sorpresas deparará este día?” “¿Qué ocurrirá hoy?” Después, terminábamos el día agotados pero con muchas cosas nuevas en la cabeza. Por otra parte, aprendimos a valorar las necesidades básicas del ser humano. Un lugar donde dormir, comer y mantener la ilusión y el espíritu lleno era fundamental. Lo demás podía esperar. La mochila era lo único que teníamos. Cuando comenzamos el viaje, las mochilas se nos quedaban pequeñas, pero al finalizar, nos sobraban las cosas.
— ¿Qué es lo que descubrieron de ustedes mismos?
La lista podría ser interminable. Quizás unas de las cosas más importantes sea lo mucho que cambian las prioridades en tu vida. “Estudia”, “saca buenas notas”, “haz una carrera”, “consigue un buen empleo”,” haz dinero”, “compra una buena casa, un buen coche”… No creemos que esto sea lo coherente y lo normal. Al viajar te das cuenta del sin fin de posibilidades que existen allí delante, de los diferentes estilos de vida. Se supone que en nuestra profesión nos caracterizamos por ser creativos, entonces ¿por qué utilizamos la imaginación simplemente en el ambiente laboral y no en lo personal? Por otra parte, descubrimos seguridad y coraje. Aprendes a enfrentarte a muchas situaciones nuevas.
— ¿Qué es lo que les aportó a nivel profesional?
— Cuando realizas un proyecto en el que se unen los intereses personales y las pasiones con lo que sabes que hacer, todo cambia. Out The Studio nos demostró que las locuras son posibles y que las ideas no deben quedarse en cajones olvidados. De la misma forma, cada día de trabajo era un aprendizaje. Realizábamos la búsqueda laboral puerta por puerta, presentándonos personalmente y ofreciendo nuestros servicios. A veces las necesidades de los clientes estaban claras y otras no tanto; en ocasiones la clientela eran totalmente distinta a lo que estábamos habituados: nos enfrentábamos a nuevas religiones, culturas, costumbres, tradiciones…Cada nuevo cliente y proyecto era un nuevo misterio y un reto. Nos encantaba. Por otra parte, ahora las marcas y estudios se dirigen a nosotros, no al revés.
— ¿Cuáles son las ventajas de utilizar el trueque en lugar del intercambio monetario?
— El trato es mucho más humano. No sólo desaparece el dinero, sino también los contratos de trabajo, lo que facilita a su vez la búsqueda de empleo. Hay mucha gente que necesita el diseño y la comunicación, pero no pueden costearla. De la misma forma, el dinero es algo frío, mientras que compartir una comida, por ejemplo, es algo mucho más cercano y cálido. Además, no hay nada escrito, por lo que mientras más se dé, más se acaba recibiendo. Conforme el trabajo y los proyectos avanzan, la confianza y las amistades crecen. Muchos comenzaron siendo clientes que terminaron siendo grandes amigos.
— ¿Qué fue lo más complicado en todo este tiempo de viaje?
Sufrimos algunos robos y considerando el material que llevábamos encima para trabajar, fue inevitable que al final tuviéramos cierta paranoia. Luchar contra eso, día a día, es complicado. Por otra parte, cuando pasamos al continente asiático, nos tuvimos que enfrentar a algunos países donde prácticamente no hablaban inglés. El Sudeste Asiático está muy explotado turísticamente, y nos dimos cuenta de que si realmente queríamos conocer su cultura, tendríamos que hacer un esfuerzo muy grande para «integrarnos». Nos pusimos las pilas con el idioma local, aprendimos algo de indonesio, bastante malayo, algo de tailandés, lao, birmano…Significó un reto, pero el resultado fue muy gratificante.
— ¿Cuál de todos los proyectos realizados dirían que fue para ustedes el mayor desafío profesional que tuvieron que afrontar?
— En Coroico (Bolivia) trabajamos durante 3 semanas en un hotel. Tras estudiar detenidamente el negocio, analizamos los puntos fuertes y débiles del mismo. No fue sencillo hacerle entender a la dueña del lugar qué era para nosotros lo que había que reforzar y qué era necesario cambiar. En esta ocasión, nos encontramos con una persona que no comprendía en absoluto lo que le estábamos hablando. Tuvimos que sentarnos con ella y explicarle ciertos puntos fundamentales sobre cómo manejar la comunicación de su negocio. No fue fácil, pero sí muy gratificante. Otro ejemplo fue el trueque que realizamos en la isla de Malapascua (Filipinas). Conseguimos cambiar una página web por un curso de buceo y alguna que otra inmersión. La web y el curso requerían un tiempo extra que no teníamos. Extender el visado en Filipinas no sólo es complicado, sino que también es bastante caro. Aunque trabajamos a contracorriente, el resultado fue muy positivo. Afortunadamente, nuestro profesor cumplió de maravilla con el curso que se comprometió a impartir, dedicándole quizás incluso más tiempo del que le hubiera brindado a cualquier otro cliente.
— ¿Y el más divertido?
— Como mencionamos anteriormente, Cuba fue la prueba de fuego. En Trinidad, encontramos un humilde negocio cubano que vendía unas pizzas buenísimas. Entre risas, les contamos nuestro proyecto y nos pidieron que les ayudáramos. Los recursos eran muy limitados: un bolígrafo, un rotulador y los papeles y cartones para las pizzas. Así fue como se nos ocurrió una idea muy simple pero que funcionó de maravilla: «EVERYBODY TALKS ABOUT OUR PIZZA». Realizamos entonces un cartel en el que los turistas podían dejar comentarios sobre las pizzas del negocio. Poco a poco, aquel «cartón» fue llenándose de palabras en diferentes idiomas. Nuestros nuevos clientes quedaron tan encantados que nos invitaban continuamente a visitar su trastienda, ofreciéndonos ron cubano a escondidas.
— ¿Qué intercambio ha sido su preferido?
— Conocimos el centro de buceo BAYU DIVE CENTER por casualidad. Acordamos con ellos realizar una nueva estrategia y campaña de comunicación para su negocio, a cambio de convertirnos en profesionales del buceo, en “Dive Masters”. A su vez, nos proporcionarían alojamiento y comida durante nuestra estancia. Considerando que el curso era largo y que el trabajo que debíamos realizar llevaba su tiempo, compartimos con ellos tres meses de nuestro viaje. Vivíamos en la playa, entre un mar tropical lleno de vida y la jungla. Nos dormíamos con el sonido de las olas y nos levantábamos espantando a los monos que venían a robarnos el desayuno. Aprendimos malayo y terminamos siendo dos habitantes más de aquella pequeña comunidad. Al terminar, nos invitaron a quedarnos unas semanas en su casa de Kuala Lumpur. Tuvimos la oportunidad de asistir a una boda, nos enseñaron los secretos de su increíble ciudad y también a escalar. La verdad es que nos lo dieron todo.
— ¿Cómo surgió el proyecto Aire Fresco? ¿En qué consiste?
— El proyecto Aire Fresco, con la colaboración de Santiago Durieux como ilustrador, surgió para inspirar. Queríamos que, desde su país de origen, las personas se dieran cuenta de que hay todo un mundo esperando a ser visitado, que se animaran a viajar y que aquellos que lo necesitaran buscaran nuevos aires. Así realizamos un concurso a través de nuestra página de Facebook en la que preguntábamos algo relacionado con nuestro viaje. El primero que contestara a la pregunta correctamente, ganaba un pack de Aire Fresco de los lugares más emblemáticos y mágicos del mundo. Después, preparábamos un vídeo documentando la experiencia en los lugares visitados y mostrando la muestra del Aire que tomábamos. Mandamos muchas botellitas de aire desde diferentes rincones del mundo, y algunas de ellas consiguieron despertar esa inquietud que buscamos encender en la gente.
— Durante este tiempo han visitado numerosas culturas, ¿cuál dirían que les sorprendió más?
— Sería imposible quedarse solo con una. Probablemente las que más nos sorprendieron fueron la boliviana, por ser la más auténtica de América Latina; los Tana Toraja de la isla de Sulawesi, en Indonesia, por ser la más chocante y loca de todas las que hemos conocido; y la de Myanmar, por la ingenuidad y bondad de su gente, a pesar de la crueldad de su gobierno.
— ¿Cómo fue su reencuentro con España después de dos años de vivir viajando?
Planeamos nuestro regreso de manera bastante “light”. Sabíamos que iba a ser la parte más dura del viaje, y un aterrizaje forzoso no ayudaría en absoluto. Volver es una sensación extraña. Para nosotros han sido dos años de cambios constantes. El viaje nos ha cambiado la vida y a nosotros mismos, no podemos negarlo. Nos acostumbramos a vivir con lo básico, a conocer gente nueva constantemente, a estar en contacto con la naturaleza y a vivir algo diferente cada día, además de muchos hábitos básicos que al final llegaron a ser parte de tu rutina diaria, como comer con las manos, usar la manguera de agua a presión en lugar del papel higiénico. Cuando ves a gente alarmada porque hay mosquitos, tú alucinas. Cuando ves el hábito de consumo que tienen los de tu alrededor, alucinas. Cuando observas el comportamiento caprichoso que tienen los niños, alucinas. La lista de cambios sería interminable.
— ¿Cuál será su próximo destino y por qué?
Por el momento todo está muy en el aire. Hay varias opciones encima de la mesa: Singapur, París, Nueva Zelanda… El tiempo lo dirá.
Para más información sobre Out the Studio:
https://www.facebook.com/outthestudio
http://outthestudio.blogspot.com.ar/