Entre los carteles publicitarios enormes, el Obelisco y las fotos de los turistas, hace 40 días que se encuentra instalada en un costado de la Avenida Corrientes la autodenominada “Carpa Villera”. Esta medida se da en el contexto de una crisis habitacional en la Ciudad de Buenos Aires que afecta a toda la población, pero sobre todo, a las clases más humildes, que viven en condiciones de extrema vulnerabilidad. Entrevista a Nicolás Castelli, referente de Marea Popular y quien llevó adelante una huelga de hambre dentro de una lógica de grupos que se van cambiando semanalmente.
Pasar por el Obelisco para un porteño no tiene para nada el encanto de lo que significa para un turista de otras provincias o de un país del exterior, pero eso no le quita la carga de símbolo patrio que lleva encima. A metros nomás, cruzando la calle, una gigantesca carpa instalada por la Corriente Villera Independiente contiene a quienes reclaman el acceso a la vivienda y abandonar la situación de pobreza y precariedad en la que viven. Lo que al principio parecía novedoso, hoy ya es algo más del paisaje. Los grandes medios invisibilizan un reclamo de estas magnitudes y hasta el propio Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, desestima el reclamo, sosteniendo que “no representan a nadie” y que se trata de una “extorsión”.
Lo concreto es que muchas personas (habitantes de las diferentes villas o no) no sólo apoyan ideológicamente este reclamo, sino también lo hacen con el cuerpo: un grupo de personas encara por 5 días una huelga de hambre y luego es reemplazado por otro grupo sucesivamente. Nicolas Castelli es uno de los que pasó por esa experiencia integrando el cuarto grupo de huelguistas y da su testimonio.
-¿Después de tantos días siguen sin ninguna respuesta?
– Ninguna, nadie se acercó ni se interesó. Para colmo el lunes Macri declaró en los medios agresivamente contra la protesta, diciendo que no representa a nadie, cuando en realidad la Corriente Villera está formada prácticamente por todas las villas de Capital Federal, lo podés ver entre los que hacen la huelga de hambre. Es completamente mentira lo que dice Macri, no sólo no se acerca a ofrecer una respuesta al conflicto, sino que provoca a través de los medios.
– ¿Ni siquiera de la Secretaría de Hábitat e Inclusión se acercaron a hablar?
– No, tampoco. Una de las principales responsables de esta situación, la Secretaria Marina Klemensiewicz, tampoco se acercó. Nosotros acá en la carpa facilitamos su número de teléfono para que toda la población se comunique con ella y reclame sus derechos. De hecho hay una ley de urbanización desde el 2006 y no la aplican.
– ¿La gente que pasa por acá cómo reacciona?
– Bastante bien, la gente se acerca, pregunta, se informa. Ya juntamos más de 20 mil firmas. Es una forma de visibilizar la problemática, permite que los vecinos que no viven en las villas conversen con los compañeros que viven en esas condiciones. Eso ya es un éxito.
– Eso sería una forma de revertir la invisibilización de los grandes medios a las carpas, ¿no te parece?
– Sí, es verdad. De todas formas es imposible ocultar esto, sobretodo porque estamos al lado del Obelisco. El gobierno porteño también se maneja perversamente: como no le cortamos la calle, no nos da mucha bola. Apuntan al desgaste, a que esto se convierta en parte del paisaje. Pero la sociedad en su conjunto sabe de nuestra existencia y del reclamo que estamos haciendo.
– Además, el problema de la vivienda es un problema que afecta al grueso de la población porteña.
– Claro, acá estamos luchando contra un modelo implantado que a los que más afecta es a los compañeros que viven en las villas, pero el acceso a la vivienda es imposible, ya sea pagando un alquiler o comprando. Lo que impera en la ciudad desde que está el macrismo es la especulación inmobiliaria, el mercado descontrolado, ningún tipo de planificación con torres por todos lados. Obviamente que es en las zonas más carenciadas donde el problema se agudiza más.
– ¿Cuáles son los próximos pasos a seguir?
– La lucha la vamos a seguir hasta el final, no vamos a dar el brazo a torcer. Cada vez hay más unificación de todos los sectores sociales y políticos con respecto a este reclamo. Sigue habiendo grupos que encaran una huelga de hambre por 5 días y luego son reemplazados por otros. Yo, por ejemplo, formé parte del cuarto grupo, pero por lo visto al gobierno de Macri no le interesa mucho eso. El 7 de junio se va a llevar a cabo el Congreso Villero acá en la carpa y ahí se van a evaluar las medidas a seguir, para obtener una respuesta. Ya no hay vuelta atrás hasta llegar a un acuerdo, como mínimo. La lucha está fuerte.
Para concluir, pasar por la carpa hace inevitable recordar el brillante poema “Los nadies” del escritor uruguayo Eduardo Galeano, que ya en 1989 en El Libro de los Abrazos, escribía:
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pié derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.”
Nota, entrevista y fotos: Gustavo Yuste