Noche de Domingo. El fin de semana llega a su fin. La alegría y las expectativas típicas del viernes se diluyen poco a poco, dejando la amarga sensación de que todo pasó muy rápido y que mañana ya es lunes otra vez. Existe un refugio para quienes queremos enfrentar ese tedio y ponerle color, música y sabor a las horas perdidas. Antidomingo es una casa, un restaurant, un escenario y una galería de arte, todo eso junto, escondido detrás de un portón que protege un secreto que se transmite boca a boca. En medio de un mar de locales de comida rápida y anónima, Antidomingo ofrece una propuesta irresistible: los olores y texturas de los platos caseros que recuerdan en el paladar momentos mejores.
Al entrar, se siente la cálida sensación del hogar, dulce hogar. Se escucha cómo la púa rasga delicadamente el disco de vinilo y cómo los músicos acomodan en silencio sus instrumentos sobre el escenario. Cuando parece que todo terminó, recién está empezando. Las sillas y las mesas no se parecen entre sí, armando distintos encuadres para la fotografía de la noche perfecta: sillas altas y banquitos, para grupos o parejas, bajo techo o bajo las estrellas. Una vez elegido el lugar, sólo falta la comida: platos caseros y variados (desde la clásica pizza hasta lentejas para calentar la panza en invierno) con bastantes opciones vegetarianas. De repente bajan las luces, empieza el show y todo parece tener otro color.
Además de su oferta de shows musicales y de humor que se intercalan en distintos días de la semana, Antidomingo funciona como galería de arte exponiendo cuadros y esculturas de artistas itinerantes que decoran sus paredes por un rato. Para mantener la mística, sólo abren cuando cae el sol, a eso de las 8. Y los lunes, descansan. Al salir con la panza llena, el corazón no sé si estará contento, pero sonríe. Sigue siendo domingo a la noche. Mañana sigue siendo lunes. Pero, por lo menos a mí, me importa un poco menos.
Antidomingo. Pinto 4860, Saavedra.
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