¿Cómo unir dos fuerzas tan vitales como difusas? El ciclo Pequeña Voz propone una conversación entre la poesía contemporánea y el teatro independiente, donde a partir de poemas de escritores jóvenes se crean miniaturas teatrales en las que el poder de la palabra abre la puerta a distintas situaciones. «Nos interesa ver qué sucede cuando la palabra, que es un lenguaje más dentro del teatro, es el que predomina», sostiene Mariana Mazover, quien junto a Sandra Martínez coordina esta novedosa propuesta que se estrenará el sábado 4 de febrero en Animal | Club de Arte (Boedo, CABA).
El juego fue darle a cada director invitado un libro de poemas o una serie para que, a partir de esos textos, creara una miniaturilla teatral de 20/25 minutos. Después juntamos dos de esas miniaturas teatrales en un mismo espectáculo para armar al mismo tiempo un diálogo entre estéticas y poéticas y una obra mayor, producto de ese encuentro.
De la primera edición del ciclo participan 8 poetas y 8 directores (9, hay una dupla); se crearon 4 obras, hechas de dos miniaturas cada una, que experimentan el cruce entre teatro y poesía; entre palabra y escena. En La Primera Piedra hablamos con Mariana Mazover, una de las coordinadoras de esa novedosa propuesta sobre la apuesta que supone apostar a dos géneros que suelen poseer sus nichos de público, lejos de la popularidad o masividad.
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Como ya no hay una elección naturalista, realista, en los textos, enseguida aparecen operaciones que se vinculan con poéticas más expresionistas, con formas más rotas de narrar. Es una forma muy interesante de proponer el trabajo escénico.
-¿Cómo surgió la idea de unir la poesía y el teatro? Teniendo en cuenta que es una apuesta centrarse en ambos ámbitos.
-Sí, ambos tienen eso de que la gente externa los mira extrañados, el por qué hacen eso. Cuando lo empezamos a armar eso estaba muy claro, pero queríamos probar ese modo de producción y circulación apostando a ese cruce. Nos interesa ver qué sucede cuando la palabra, que es un lenguaje más dentro del teatro, es el que predomina.
-¿Cuándo se despertó tu interés por la poesía?
-Yo venía trabajando hace tiempo el cruce entre textualidades no dramáticas y teatro, sobre todo en una obra mía y en un seminario donde yo enseño dirección. Como un poco se me había agotado como forma la dramaturgia más clásica, me interesaba trabajar con otros lenguajes. Al trabajarlo con mis alumnos, empezaron a surgir cosas muy interesantes para ver las operaciones que son típicas de la escena en el teatro cuando el lenguaje no está diseñado para ese espacio. Lo primero que sucede es la ruptura del naturalismo.
-¿En qué sentido?
-Como ya no hay una elección naturalista, realista, en los textos, enseguida aparecen operaciones que se vinculan con poéticas más expresionistas, con formas más rotas de narrar. Es un modo muy interesante de proponer el trabajo escénico. Como el año pasado leí mucha poesía contemporánea, el cruce nació solo.
-¿Qué sensaciones te dejó la poesía contemporánea?
-Descubrí que existe mucha potencia, que es algo que me fascinó. Para mí un proyecto teatral es siempre un espacio donde gravita lo que a uno le preocupa, lo que le despierta interés, tiene mucha vinculación con la vida. Estas inquietudes estéticas se acompañaron con la intención de generar espacios para otros, donde entran colegas y alumnos que sé que tienen mucho potencial. Además, está todo el contexto político y social: el año pasado fue un momento de repensar varias cosas y tener la necesidad de estar juntos para unir fuerzas.
-¿Cómo fue el proceso de preparación de Pequeña Voz?
–Empecé convocando a los poetas y luego a los directores. Cuando los tuve confirmados, tuve que pensar los cruces. Ahí ya se produjeron encuentros entre gente que no se conocía personalmente ni sus obras, lo cual ya es muy valioso. Después, cuando empezamos a supervisar las producciones, me encontré con resultados increíbles y con la sensación de que se pueden generar cosas que excedan el ciclo Pequeña Voz.
Un proyecto teatral es un espacio donde gravita lo que a uno le preocupa, lo que le despierta interés, tiene mucha vinculación con la vida
-¿Pensás que la propuesta puede atraer por igual tanto a los habitués de la poesía como a los del teatro independiente?
-La idea un poco es esa, que se produzca el cruce de público. La poesía se empezó a ligar un poco con las artes escénicas, el ponerle el cuerpo a la voz poética. Ahí hay un cruce que se dio naturalmente como un modo de circulación. De hecho, una de las consignas que tenían los directores eran que trabajasen con tres actores como mínimo para obligar a dividir las voces o identificarlas dentro de los poemas, a la vez que hubiera acciones, no solo recitar los textos.
-Ese traspaso de un poema que está escrito dentro de su género, por más libre que pueda ser el verso, a una suerte de guión teatral, ¿cómo se dio dentro de Pequeña Voz?
–Los directores no podían agregar ningún texto por fuera de los poemas del autor, pero sí podían desarmarlos y hacer lo que quisieran. Así pueden surgir monólogos, diálogos, entre otras cosas. Es algo genial, porque permite revelar otras posibilidades, plantear la duda de si es el mismo texto o no lo es. La consigna fue libre, cada uno podía hacer lo que quisiera. Por ejemplo, los poemas de Mariela Gouric son súper frescos, tienen ese rastro de la oralidad y la cotidianidad, y cuando el director tomó fragmentos del texto, aparecieron matices mucho más oscuros que los que se pueden ver en los textos originales. Fue algo emocionante ver plasmada la posibilidad que plantea el ciclo.
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-¿El poeta tenía alguna incidencia en ese armado del guión?
-No había ninguna norma, después de poner en contacto a los directores con los autores, cada dupla se manejó a su manera. Veremos cuál es resultado que surge.
-¿La idea es repetir este ciclo a futuro?
-Sí, ya estoy pensando en algunos posibles autores. Sin embargo la idea es ver cómo funciona, qué sucede con el público. Si es bien recibido, si se puede introducir algún cambio. Lo que tiene este formato de la miniatura, de la obra corta, es que te lo hace muy sostenible por su propia duración. El espectador se siente más tranquilo.
-¿Pensás que este cruce entre teatro y poesía puede ayudar a derribar ciertos mitos y prejuicios con los que cargan?-En relación al teatro independiente hace muchos años que vengo trabajando, por lo que los prejuicios ya los tengo más naturalizados, pero sí, mi intención es que con la poesía se derriben esos mitos. No como algo difusionista, pero sí para mostrar que hay vida más allá de los autores «consagrados» o «clásicos». Hay voces que renuevan el concepto mismo de poesía, al igual que también pasa con el teatro. Mi idea con el teatro independiente es siempre hacer un lenguaje que empieza a correrse de las convenciones, que si lo pensás es algo que se empareja mucho con la poesía.